Con el triunfo en Pennsylvania, el candidato del partido Demócrata sella su triunfo y se convertirá en el presidente número 46 de Estados Unidos y con 77 años el de mayor edad en asumir el cargo; su compañera de fórmula, Kamara Harris, será la primer mujer que ejercerá la vicepresidencia de la nación
Por Patricia Martínez Zelikoff y Luis F. Sánchez
The Miami Line News
Una crítica victoria en Pennsylvania dio a Joe Biden, en el conteo de votos del sábado 7 de noviembre, los 270 que necesitaba para que el Colegio Electoral lo proclame como el presidente número 46 de Estados Unidos.
Con 77 años de edad, Biden se convertirá en el hombre de mayor edad que asumirá la presidencia del país más poderoso del mundo.
Por su parte, Kamara Harris, californiana de 56 años de edad, su compañera de fórmula, se convertirá en la primera mujer en ejercer la vicepresidencia del país cuyos anteriores vicepresidentes han sido de raza blanca. Harris es hija de una pareja de la India y de Jamaica.
Apenas conoció oficialmente su triunfo, Biden declaró que “este es el momento para que América se una”.
Esa será una muy ardua tarea, pues muy cerca de la mitad del país votó por Donald Trump.
Hacía 28 años que el presidente de Estados Unidos no perdía la reelección. La última vez que ocurrió fue cuando Bill Clinton derrotó a George Bush padre. Clinton y los siguientes presidentes George Bush hijo y Barack Obama también ganaron sus respectivas reelecciones.
La campaña electoral entre Biden y Bush fue implacable.
Además, el escenario en el que se desarrolló fue dramático, en medio de la pandemia del coronavirus, que ha cobrado más de 230,000 vidas en el país; la pérdida de más de 25 millones de puestos de trabajo y las violentas protestas que se desataron luego que un policía asfixiara con.su rodilla a George Floyd, quien había sido detenido por intentar pasar un billete falso de $20.
Resulta paradójico que los estados industriales del noreste del país hayan impulsado a Biden hacia la presidencia, luego que durante su mandato Trump sostuviera una lucha a muerte, sobre todo con China, para devolver la producción a Estados Unidos.
Desde hace 20 años, las inversiones estadounidenses han permitido la creación de cinco millones de puestos de trabajo en China y han permitido que el país asiático se convierta en estos momentos en la segunda potencia en el mundo y una amenaza directa contra la libertad con sus prácticas brutales contra los musulmanes que viven en su territorio y su hostigamiento a Taiwán, India, Vietnam, Filipinas en su afán expansionista.
Durante la pandemia se pudo apreciar la peligrosa dependencia de Estados Unidos con respecto a China. No había mascarillas, ventiladores médicos, guantes y una serie de material que habían sido acaparados por China para proteger a su población.
China, como lo señaló el diario The New York Times en un artículo firmado por siete periodistas en esta excelente investigación, manipuló y presionó a la Organización Mundial de Salud para que no declarara la emergencia mundial por la pandemia y con ello provocó que el contagio del COVID-19 se expandiera y murieran cientos de miles de personas.
Biden enfrenta el desafío no solo de unir a Estados Unidos, sino además deberá encontrar una política adecuada con respecto a China, deberá considerar que para abrir las puertas a la inmigración tendrá que recuperar puestos de trabajo, o de lo contrario abrirá las puertas al desempleo. Tendrá que crear facilidades e incentivos para que las empresas se sientan estimuladas a invertir en el país, que en estos momentos se encuentra desindustrializado.
Una de las grandes dificultades que existe es que, por ejemplo, en Florida se acaba de votar por el incremento del salario mínimo a $15 la hora, mientras en China varía de $1.36 a $2.57 según las condiciones en cada región.
Esa es la razón fundamental por la que todos los empresarios prefieren producir en China, donde el salario mínimo es bajísimo, donde no se pagan derechos sociales y donde no hay sindicatos, entre otras cosas.
También Biden deberá enfrentar los retos de las dictaduras de Cuba y Venezuela y la agresividad envenenada de Irán.
Y quizás su mayor desafío será el coronavirus, que contragolpea en Estados Unidos.
El pésimo manejo que hizo Trump de la pandemia, su resistencia a usar mascarilla y la absurda politización de una enfermedad tan traicionera le pasaron la factura y perdió la presidencia.
Con la sabiduría que dan los años, Biden quizás pueda hacer un buen trabajo. Que Dios lo bendiga en su esfuerzo.