Durante años la DEA siguió a Salvador Cienfuegos por apoyar el tráfico de miles de kilogramos en drogas a Estados Unidos, en un atrevido paso que rompe la cadena entre el poder y la droga
Por Luis F. Sánchez
The Miami Line News
El arresto del general Salvador Cienfuegos, de 72 de años, por agentes de la DEA el jueves 15 de octubre del 2020 en el aeropuerto de Los Angeles, donde el military había llegado con su familia, demuestra el profundo y tenebroso vínculo del poder y los carteles de la droga en México y pone a Estados Unidos en una situación muy delicada en su lucha contra la erradicación de esta lacra.
Cienfuegos fue secrretario de defensa durante los seis años de gobierno del presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018) y comandó el Ejército mexicano, institución a la que perteneció durante más de 40 años. Se retiró hace dos años, tras el fin del gobierno de Peña Nieto.
Los fiscales federales de Estados Unidos acusan al general Cienfuegos de apoyar al cartel H-2, que dirigía el fallecido capo Juan Francisco Patrón Sánchez, basado en Nayarit y Sinaloa.
La acusación de los fiscales señala los delitos del general, que en el bajo mundo era conocido como El Padrino.
“El general abusó de su posición pública para ayudar al cartel H-2, una organización extremadamente violenta mexicana de tráfico de drogas, que transportó miles de kilogramos de cocaina, heroina, metanfetamina y marihuana a Estados Unidos, incluyendo Nueva York”, denunciaron los fiscales en su carta para respaldar la orden de detención permanente de Cienfuegos. “A cambio del pago de sobornos, Cienfuegos permitió al cartel H-2 -una organización que de manera rutinaria se involucraba en violencia total, incluyendo tortura y asesinato- operar con impunidad en México”.
El mismo jueves, el ministro de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard, escribió en su cuenta de tuit que el embajador de Estados Unidos en México Christopher Landau, le había informado sobre el arresto de Cienfuegos, quien tiene el derecho de recibir asistencia consular.
Estados Unidos maneja con pinzas sus relaciones con México.
A mediados de la década de los años 80, el agente de inteligencia de la DEA Kiki Camarena fue secuestrado, torturado, asesinado y su cadáver desaparecido por el cartel de Guadalajara.
El Departamento de Estado de Estados Unidos no quiso intervenir para no dañar las relaciones con México, y tuvo que hacerlo bajo la intense presión de la esposa de Camarena, Mika, y de los agentes de la DEA en México, quienes temían por su seguridad si el gobierno estadounidense no reclamaba de manera contundente.
Ante la presión de Estados Unidos, el cadáver del agente fue devuelto luego de haber sido descuartizado y desenterrado.
En esta oportunidad Cienfuegos debe estar comprometido de manera tan profunda con narcotraficantes mexicanos, que Estados Unidos tomó este pasó enorme para preservar su seguridad.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en su conferencia de prensa diaria se mostró preocupado por el arresto del Cienfuegos y al mismo tiempo dijo que el actual ministro de Defensa de México Luis Cresencio Sandoval es incorruptible.
“Es muy lamentable que un ex ministro de defensa sea detenido y acusado de tráfico de drogas”, afirmó AMLO, aunque Cienfuegos no ha sido acusado de tráfico de drogas sino de apoyar a los traficantes.
En México, los militares son intocables, se piensa que son incorruptibles y por eso no rinden cuentas a nadie. Mientras el tráfico de drogas, el crimen organizado y los asesinados impunes van en aumento en México.
“El arresto de Cienfuegos es un tremendo recordatorio que la incorruptibilidad de las fuerzas armadas mexicanas –el mito que son protagonistas de la ‘guerra contra las drogas’ y al mismo tiempo que no tienen compromiso con nadie- tiene muy poco que ver con la realidad, dijo el analista del Grupo de Crisis de México, Falko Ernst, según apuntó la cadena de TV CNN.
La revista Time recoge una interesante declaración del ex jefe de operaciones internacionales de la DEA Mike Vigil.
“La corrupción en México recién empieza a sentirse preocupada, porque individuos que fueron una vez intocables son ahora arrestados”, comentó Vigil. “Si Cienfuegos coopera con los fiscales de EEUU caerán otros, que es lo que buscan las autoridades estadounidenses. Es realmente una situación precaria de México que un funcionario del más alto nivel sea arrestado en Estados Unidos”.
En México, Cuenfuegos era una personalidad sobre toda sospecha. Solo reportaba al presidente Peña Nieto. Luego hacía lo que más convenía. Combatía a los carteles rivales de H-2. Introducía a los capos del cartel a los más altos jefes militares para que también reciban su participación. Transmitía a los carteles la información que tenía al más alto nivel del combate contra las drogas. Era un caballo de Troya.
La DEA sabía de rumores que involucraban al general con actos de corrupción, pero no tenía evidencias. Desde años atrás venía siguiendo a los capos de los carteles mediante interceptaciones telefónicas y ahí advirtió que siempre se referían a un personaje clave al que apodaban El Padrino. La DEA no sabía la identidad del personaje en mención.
Una noche, en una de las interceptaciones, escucharon a uno de los capos de los carteles decir que en esos momentos El Padrino estaba hablando por TV. De inmediante los agente de la DEA sintonizaron los canales de la televisión mexicana y se dieron con la imagen de Cienfuegos.
Desde entonces empezó un seguimiento implacable que terminó con su arresto en Los Angeles. Cienfuegos será traslada a Nueva York, donde será procesado.