- En la Ciudad Mágica se da la partida del ‘grand slam’ de la crema y nata de los expertos en esta bebida y luego las citas serán en San Juan, Nueva York, California y Londres, con mucha clase y sin desenfreno bacanálico
Por Keyvan Antonio Heydari
The Miami Line News
Más de 200 personas tomando ron, y no se pueden emborrachar ni llevarse las botellas. Quieren degustar la crema y nata del ron caribeño en el Miami Rum Congress. Exhibidores de ron de Barbados, Jamaica, Colombia, México, Nicaragua, República Dominicana, Trinidad y Antillas británicas, y por supuesto, Puerto Rico, el mayor productor de ron del mundo, despliegan sus marcas y botellas.
En febrero se efectuó en Miami el primero de lo que se puede considerar el inicio de un ‘grand slam’ de congresos de ron, el Miami Rum Congress. Hay ambiente alegre, con gente disfrutando y tomando. La escena de gente tomando ron exude clase, es ameno. No un desenfreno bacanálico.
Hubo charlas sobre “The Rum Life” (“la vida del ron”), ‘El arte y ciencia de evaluar rones’, “cómo mezclar cocteles”, “ron de Barbados: ¿qué es?” y “el significado del ron de Puerto Rico para categorías de ron”. En esta última charla, los herederos de las familias fundadoras de las destilerías Bacardí y Serrallés (ambas ubicadas en Puerto Rico) explican por qué el ron boricua debe venderse más caro… aunque sea para posicionarlo en la mente del consumidor como ron de alta calidad.
Hasta ahora, Puerto Rico produce más ron claro, mejor para mezclar en tragos. Quieren vender la piña colada, pero potenciar más la categoría de ron de alta calidad.
Gustos refinados y calidad hay bastante… por ejemplo, mezclas de ron añejado por 7, 20, 25 y 30 años, de Ron Centenario (de Costa Rica).
“Dictador” es una novedad. Un coproducción de ron de alta gama y mezcla de tradiciones licoreras. Empiezan con un ron colombiano y que luego llevan a mezcladores y añejo en barriles de cognac o whisky en Francia o Escocia. Es un ron híbrido, con dos ‘padres’ en cada botella. Es caro, y es una fusión y estrategia de mercadeo de una empresa con bases en Colombia y Polonia. Hay una mezcla de 200 botellas que viene en caja negra de lujo, y sospecho que cuesta más que uno o dos autos. “El nombre indica autoridad”, explica Marcin Lukasiewicz, quien vino de Polonia a mercadear el ron ante los expertos.
En febrero toca el Miami Rum Congress en Miami del circuito internacional. En marzo toca viajar a San Juan, al evento anual en Puerto Rico. Luego junio es Nueva York, septiembre en California y octubre llega a Londres.
La versión en Miami se hizo en Miami Beach (Shane Center), cuya ubicación con vista al agua y salones coquetos imparte la intimidad necesaria para promover una conversación con vasos en mano.
En el mostrador de Rums of Puerto Rico se armó una mini fiesta con los daiquiris y mojitos que están sirviendo.
En esta narrativa de alcohol también hay historia, política, colonialismo.
La caña de azúcar hizo de la isla Hispaniola la colonia más valiosa del mundo. Y la guerra de Francia por retener a Haití en revolución, la empobreció y provocó la venta del territorio de Louisiana en 1805 a los crecientes Estados Unidos. Al salir de la revolución en Cuba, Bacardí puso su fábrica en Cataño, Puerto Rico.
Roberto Serrallés de Destilería Serrallés y Enrique Comas de Bacardí explican las sutilezas de sus diferentes mezclas.
Kevin Murphy llegó de Bahamas al congreso. Dice que tras vivir en Barbados por siete años desarrolló un gusto por el ron. “O uno aprende a disfrutarlo, o hay poco que hacer”, explica.
Bill Mohler vive en Filadelfia. Va a los seis congresos de cada año, y dice tener unas 2000 botellas en su bodega. Moher confiesa que no le revela a su mujer cuánto gasta en ron al año. Se encuentra degustando en el puesto del ron Barceló, que según su representante es un gusto de ron dominicano ‘con más calidad’.
Pero tras degustar varios rones, Mohler se decidió por una botella de Flor de Caña nicaragüense que le costó $3000. Aparte del viaje, Mohler se gastó más de $4000 en esa jornada. Y volverá a su casa en Pensilvania, a una bodega de rones que dice tener para su propio placer particular.
Por ley de la Florida, las botellas que se compraron en el Rum Congress, y el trofeo que compró Mohler no se pueden llevar en las manos a la casa. Le alivianaron la carga…