Por Luis F. Sánchez
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El director deportivo de la Federación Peruana de Fútbol Juan Carlos Oblitas se convirtió en un escudo moral en Perú, luego de que unos audios destaparan la suciedad del Poder Judicial y sus vínculos con el crímen organizado e involucraran al presidente de dicha institución Edwin Oviedo.
En unos audios obtenidos legalmente, se escucha cuando el vocal supremo César Hinostroza le cuenta al juez Walter Ríos que “El Gordito” (Edwin Oviedo) le regaló tres entradas a cada uno con un costo de $6,000 en total para los tres partidos de Perú en la fase de grupos del Mundial de Rusia 2018.
Ese intercambio de favores de Oviedo con los jueces del más alto nivel de la justicia peruana lo incapacita para dirigir la FPF.
En la conferencia de prensa el director deportivo de dicho organismo, el miércoles 1 de agosto del 2018 en Lima, reveló que cuando saltó el escándalo de los audios le dijo a Oviedo que tenía que aclarar públicamente su actuación en este caso. Y así lo hizo el presidente de la FPF.
“Algunas cosas me dejaron satisfecho y otras no tanto”, expresó Oblitas sobre las explicaciones públicas que dio Oviedo. “El directorio de la FPF con el propio Oviedo tendrán que tomar una decisión sobre este escándalo que le da asco a todos los peruanos y también a mí”.
Mientras, muchos de los miembros de las comisiones más importantes y exitosas de la FPF renunciaron a sus cargos y Oviedo virtualmente se ha quedado solo y pensando en cómo maniobrar para quedarse en un puesto que le sirve como una especie de bastión en estos momentos en que está siendo confrontado por sus relaciones sospechosas.
Unas grabaciones ordenadas por un juez descubrieron de casualidad una red de intercambio de favores entre el sistema judicial del Perú y el crimen organizado. Mediante esa corrupción se liberan a delincuentes, se ascienden a jueces que son afines a estos acuerdos bajo la mesa y, lo que es peor, tienen un vínculo con el poder politico para tener tentáculos en la más alta jerarquía del Congreso y del Ejecutivo.
La mayoría de los jueces son provincianos y poseen un nivel intelectual y de educación pobrísimos. Cuando hablan entre ellos se comen las palabras, en lugar de “pues” dicen “pe” y en lugar de “compadre” dicen “compare” y todo salpicado con “hermanito”. Es un lenguaje del hampa, sucio, de compinches, sin escrúpulos, despiadado. Solo cuenta el logro material.
Oviedo, de 47 años de edad, nació en el Cusco y se convirtió en millonario. Su fortuna la hizo en el sector azucarero, y muchos aseguran que fue gracias a apropiarse de grandes ingenios con la ayuda de los jueces y magistrados. De ser cierta esta información, Oviedo sabe muy bien cómo relacionarse con ellos.
En enero del 2015, Oviedo asumió la presidencia de la FPF en reemplazo de Manuel Burga, quizás el hombre más odiado del Perú entonces y que cuando dejó su cargo tenia más del 90 por ciento de desaprobación. Burga fue presidente de la FPF desde el 2002 y en diciembre del 2017 en Nueva York fue declarado “no culpable” de asociación ilícita en el escándalo del FIFAgate luego de haber sido extraditado desde Perú.
Cuando Oviedo asumió las riendas de la FPF buscó a las personas más capaces. Le imprimió al organismo rector del fútbol peruano la eficiencia de una empresa. Su mayor acierto fue haber escogido al frente a Oblitas como director Deportivo y el expuntero a su vez eligió a Ricardo Gareca como entrenador de la selección Perú.
Gareca obró el milagro de clasificar al Perú al Mundial de Rusia 2018, luego de 36 años de ausencia y el mayor acierto del técnico argentino fue haber armado un equipo que respetara el tradicional estilo de toque del fútbol peruano en un momento donde no hay mayores estrellas salvo Paolo Guerrero.
Con todos estos antecedentes, el miércoles último, Oblitas salió al frente para aclarar por qué no renunció a su cargo.
“No podemos destruir todo lo que hemos conseguido en tres años y medio”, explicó Oblitas. “En un momento pensé en renunciar, pero tengo dos objetivos: la renovación de Gareca por cuatro años más con miras a Qatar 2022 y si se puede más y segundo blindar la parte deportiva del fútbol peruano para separarla de la parte administrativa”.
Oblitas quiere funcionar con cuerdas separadas y quiere evitar que la manzana podrida los alcance.
No hay que olvidar que en algún momento en Colombia algunos jugadores de la selección visitaban en la cárcel al capo de los narcotraficantes Pablo Escobar y que el entonces presidente de la Federación Colombiana de Fútbol de la época Juan José Bellini fue apresado en 1995 por sus vínculos con los hermanos Rodríguez Orejuela, los capos del cartel de Cali.
El delito siempre busca el deporte para ganar la aprobación ciudadana y con la clasificación al Mundial después de 36 años de frustraciones, Oviedo se ha ganado el corazón de millones de peruanos. Pero el precio de la impunidad no puede ser el que se pague por los más caros anhelos de la población.
Oviedo siempre apareció como un hombre demasiado humilde, que siempre trataba de pasar bajo el radar. Nunca levantó su voz de protesta para nada. Durante la visita del Papa Francisco a Perú un policía no lo dejó pasar a una de las ceremonias públicas, pese a que el directivo le mostró su invitación. Luego, para el Mundial de Rusia 2018 la Conmebol desplazó la presencia de árbitros peruanos para darle prioridad a los paraguayos, pues el presidente de dicha institución es paraguayo. Oviedo no protestó en absoluto. Todo lo cual indica que Oviedo no quiere enfrentar a nadie, no pretende hacer ruido. ¿Por qué no saca la cara? Esa pregunta corroe a quien escarba un poco más en la actuación de un presidente que está para defender los intereses del fútbol peruano y no los suyos.
Oblitas, en cambio, va de frente. Sin rabo de paja. Quien nada debe nada teme. Quijotesco. Pone el pecho ante situaciones muy difíciles y delicadas. Y lo hace como un hombre justo, con equilibrio, sin excesos y con un afán de cuidar una de las cosas más valiosas que tiene el Perú, su juventud. Por eso, Oblitas se ha convertido en un escudo moral y lo avala una limpia trayectoria -intachable- de más de 50 años en el fútbol profesional.