Por Óscar Ritoré
Themiamiline
Hace seis mundiales de fútbol nació en Colombia un hombre con forma de cóndor de Los Andes con múltiples colores al que llaman El Cole .
Este particular personaje vive en la caribeña Barranquilla y es inseparable de la Selección Colombiana de fútbol.
La acompaña a donde vaya y es el foco de todas las transmisiones de televisión, su imagen logra dos o tres planos de cámara en cada encuentro. Su figura está en la retina de millones de aficionados que ya lo identifican como el símbolo de Colombia en materia futbolística.
Themiamiline lo buscó en su natal Barranquilla, la casa de la selección colombiana de fútbol, donde vive con su familia y en donde labora para una de las empresas más importantes del país, la segunda ventanera más grande del mundo, Tecnoglass.
El Cole debe tener cerca de 60 años, es menudo, corpulento, extraordinariamente carismático y sobre todo amable.
No da su nombre porque opera como un superhéroe, se enfunda en trajes de seda que el mismo elabora como si se tratará de un personaje de una historieta.
Parte de su atuendo son los cortes de pelo que hace para él su peluquero personal y en los que pone en la cabeza de este personaje momentos memorables, frases célebres, imágenes inolvidables.
“Ahora me llaman Coletosky… Estoy a horas de tomar un avión para irme a Rusia a acompañar a la selección. Soy una especie de amuleto de la buena suerte”, sostiene el Cole al momento de empezar un recorrido por varios sitios de Barranquilla donde es una celebridad.
La FIFA lo seleccionó hace un mes y lo invitó a Kazan, la ciudad sede de la selección Colombia donde el equipo disputará la primera ronda eliminatoria contra Senegal, Polonia y Japón.
El Cole es para Colombia y para la FIFA una personalidad deportiva”.
“Me invitaron porque mi comportamiento personal es impecable, solo invitan a quienes son ejemplo. Allí me dediqué a contarle a periodistas del mundo que es Colombia y como somos los colombianos”, dice un Cole orgulloso de ser la imagen de un país y autoinvertirse en embajador deportivo de la nación.
En Kazan, el Cole tenía agenda de estrella, se levantaba temprano, visita los escenarios, respondía preguntas, bailaba, cantaba y enseñaba a cocinar platos típicos colombianos a la prensa internacional, que en los preámbulos del Mundial conocían las sedes.
El Cole va a los estadios en el Mundial y con su atuendo multicolor anima las tribunas que lo corean y lo vitorean constantemente.
Acompaña a los hinchas que siguen con actitud de apóstoles a sus jugadores y se “roba” los tiros de cámara que ya lo han hecho famoso a través de la televisión.
Espera que este año el seleccionado colombiano llegue a la final y ojalá sea campeón del mundo. Sería el premio mayor para este esforzado hincha multicolor que por nada a cambio se convirtió en el símbolo de Colombia a costa de abrir sus alas y tratar de volar sobre los estadios.