Sin la capacidad industrial de años pasados, con pandemia, desempleo y una deuda fiscal superior a los 28 trillones de dólares, Estados Unidos corre el peligro se estar incubando un situación ingobernable en un futuro no muy lejano
Por Patricia Martínez Zelikoff y Luis F. Sánchez
The Miami Line News
Las enormes contradicciones que tiene Estados Unidos sobre la manera cómo debe afrontar el grave problema migratorio y las cada vez más acentuadas crisis de corrupción en muchos países latinoamericanos han provocado dramas humanos en las fronteras de la hasta ahora primera potencia del mundo.
En septiembre pasado, miles de migrantes obligaron a las autoridades de Texas a cerrar su frontera con México. Pese a ello, miles de personas lograron cruzar la línea divisoria y entraron a Estados Unidos con la ilusión de hacer realidad el sueño americano.
“Han logrado pasar 12,400 personas”, admitió el secretario del departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Alejandro Mayorkas.
La mayoría de ellos eran haitianos, quienes huían de la crisis política, la corrupción, los desastres naturales y sobre todo la convicción de que en su país las cosas jamás se arreglarán, allá no hay futuro y quedarse en Haití es como resignarse a una muerte lenta pero segura.
En Ciudad Acuña, fronteriza con Texas, la desesperación era total y el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador se refirió a la situación como si quisiera sacarse de encima lo más rápido posible una papa caliente.
“No queremos que México se convierta en un campamento migratorio”, afirmó López Obrador sobre lo que ocurría en Ciudad Acuña. “Queremos que el problema se enfrente en su totalidad”.
La situación para Estados Unidos es dramática. Conforme las crisis se agudizan en Latinoamérica, la gente quiere salir corriendo en busca de un lugar donde haya esperanzas. La principal prueba es Venezuela. Más de seis millones de personas han huido de las crueldades socialistas.
En Centroamérica también se suman una serie de factores que empujan a sus pobladores a lanzarse a la aventura. Y a los problemas de falta de trabajo y malos gobiernos se agrega ahora el del narcotráfico, que lo ha contaminado todo y quiebra las pocas instituciones confiables que quedan.
Para empeorar las cosas, las políticas internacionales estadounidenses no dan en el clavo. La guerra perdida en Afganistán representa más de 100,000 afganos que hay que relocalizar, y para ello el Congreso acaba de aprobar 6.3 billones de dólares. Y esa cifra subirá cuando haya que pedir más recursos para el proceso de adaptación de esas personas que llegan a una cultura diferente.
Igual es enorme el impacto de los inmigrantes que ingresan a Estados Unidos sobre todo por la frontera sur y por el mar. Ese enorme caudal de personas presentan una serie de demandas de emergencia. Hay que aumentar los sistemas de salud, educación y seguridad, entre otros, y además crear las fuentes de trabajo para que esa gente se convierta en un motor para la economía y, al mismo tiempo, logre alcanzar sus objetivos personales.
La realidad de Estados Unidos, en la actualidad, es muy distinta a la época en que los inmigrantes resultaron clave para desarrollar el país.
En primer lugar, el desempleo es muy alto, la pandemia ha pasado una factura en todos los sentidos, y Estados Unidos solo encuentra como recurso imprimir billetes para las ayudas sociales. Para colmo, el déficit fiscal supera los 28 trillones de dólares. La inflación se ha disparado, todo sube. En qué momento va a estallar la crisis aquí también.
Ahora todas las fábricas están en China, Estados Unidos se ha desindustrializado, no produce casi nada. Electrodomésticos, textiles, mascarillas, celulares, zapatillas, todo, desde lo más pequeño hasta lo más grande, un curita o una mesa, todo dice “Made in China”.
Antes, un migrante llegaba a Estados Unidos y al día siguiente lo recibían con los brazos abiertos en cualquier fábrido. Ahora no hay fábricas en el país salvo las de automóviles y armas. El trabajo se ha reducido a la agricultura y a los servicios.
Resulta desalentador ver cómo Estados Unidos va cediende terreno en todo aspecto, va perdiendo liderazgo en el mundo, el tema migratorio se ha convertido en un debate paralizador. No se recuperan las industrias para así crear oportunidades de empleo, cualquiera entra por la frontera pese a la pandemia y a las horrible experiencias con inmigrantes como los que provocaran el ataque a las Torres Gemelas en Nueva York. Si Estados Unidos no pone orden, dentro y fuera de sus fronteras, si no controla sus gastos, los años que se vienen serán muy duros para la gran mayoría.