Zenobia Cáceres, su esposa de más de 40 años, le prometió al inolvidable interprete en su lecho de muerte que lo mantendría eternamente vivo con sus canciones, y por eso el 11 de enero en su presentación en el Chela’s en Nueva Jersey cantará algunos de sus temas más populares
Por Luis F. Sánchez
The Miami Line News
Nadie conoció mejor a Lucho Barrios que Zenobia Cáceres. Fue su esposa durante más de 40 años, él fue para ella su primer y único amor y también quien la estimuló para cantar y componer.
Ahora Zenobia Cáceres se encarga de preservar el recuerdo del otrora ídolo del pueblo, y el próximo 11 de enero tendrá su primera actuación del año, programada en el Chela’s Restaurant & Bar (131 Newark Pompton Turnpike, Little Falls, NJ) en donde cantará sus propias composiciones y algunas canciones inmortales de Lucho Barrios.
Lucho Barrrios murió el 5 de mayo del 2010 en Lima, víctima de una pulmonía. Hasta antes de enfermarse, la pareja viajaba por todo el mundo para cumplir con un intenso calendario de giras y Estados Unidos era una de sus mejores plazas, por eso cuando murió el popular cantante, Zenobia Cáceres decidió radicarse en este país desde que enviudó.
Gracias a la dramatización de sus canciones, cuyas letras describían en la mayoría de los casos la derrota del enamorado, la traición y el desengaño, Lucho Barrios se convirtió en la voz de los desposeidos, en el refugio de los solitarios y en el bálsamo de los abandonados.
Sus poderosas interpretaciones y su sensibilidad le permitieron ser la selección obligada de las Rock-Olas (gramolas), esas cajas de música que a cambio de una moneda ayudaban a los pobres y necesitados a desahogar sus penas.
“Para Lucho fue muy fácil identificarse con aquellos que sufrían”, reveló Zenobia Cáceres. “Su mamá trabajaba muy duro para mantenerlo. Lo que me contaba es que durante su niñez pasaba muchas penurias, frío, no tenía papá, pero sí una bendición: sabía que podía cantar”.
A los 17 años de edad tuvo su primera prueba, y el encargado de tomársela le dijo brutalmente luego de escucharlo cantar: “Dedicate a otra cosa”.
Lucho Barrios perseveró y en la década de los años 50 participó en el entonces popularísimo programa La Escalera del Triunfo y llegó a las finales.
A inicios de la década de los años 60 grabó el vals Juanita, que fue muy bien acogido por la crítica y el público.
En esa época, sin embargo, había mucha competencia en la música criolla con un sólida cantidad de buenos cantantes y alguien le sugirió que mejor cantara boleros.
Así surgieron sus grandes éxitos: Marabú, Mentirosa, Me Engañas Mujer, Mi Niña Bonita, Amor de Pobre y muchos más.
En un programa en Radio Callao coincidió con el ecuatoriano Julio Jaramillo, a quien apodaban “El Gorrión”, quien quedó encantado con el estilo de Lucho Barrios y lo invitó a probar suerte en Guayaquil.
“Por esos años las relaciones entre Perú y Ecuador eran tensas debido a una disputa limítrofe y Lucho me contaba que se hacía pasar como uno de allá para evitarse problemas”, comentó Zenobia Cáceres. “En Guayaquil, Lucho le dijo a Julio Jaramillo que quería cantar en el Teatro Apolo”.
A mitad del siglo pasado, el Teatro Apolo era una cine gigantesco pero donde también se presentaban grandes artistas como Javier Solis, Lucho Gatica, Ana Bertha Lepe, Felipe Pirela, los Embajadores Criollos y la bailarina Blanca Amaro, entre otros famosos de la época.
Su público era implacable, despiadado, radical, odiaba o amaba. En 1956 cuando el famoso Daniel Santos no pudo seguir cantando, los asistentes destrozaron el local, y el cantante puertorriqueño terminó preso en el Cuartel Modelo, donde compuso la guaracha Cataplum pa’dentro anacobero y el bolero Cautiverio.
“También en el Apolo presentaban cantantes desconocidos en busca de gloria y si no agradaban, el público los sacaba del escenario a punta de naranjas chupadas, tomates y cualquier cosa que pudiera ser lanzada”, recordó Zenobia. “Lucho se había puesto al lado del telón porque ya llegaba su turno y al cantante que lo precedía lo despidieron a naranjazos. Lucho se dijo mejor no canto, pero lo animaron diciéndole: ‘Sal, si ya estás acá por lo menos has el intento’. Cuando entró al escenario sonaron la pifias y volaron los objetos y Lucho cogió el micrófono y reclamó al público: ‘Déjenme cantar, ni siquiera me han escuchado’. Al rato se produjo un silencio y Lucho aprovechó la oportunidad para empezar a cantar. Cerró los ojos para no ver los tomatazos que suponía iban a empezar a caerle en la cabeza y sacarlo del escenario. En lugar de ello el silencio fue creciendo y de pronto estalló una ovación rotunda. Había nacido un romance que no terminaría ni con la muerte”.
Cuando regresó al Perú ya era un artista consolidado.
Zenobia, por su parte, adoraba el canto y sus compañeras del colegio Sagrado Corazón de Belén se enteraron que en Radio Central había un concurso para nuevos valores y la animaron a participar.
“Me inscribí y me dijeron en la emisora que por la radio anunciarían el día que me tocaría cantar”, recordó Zenobia. “Yo no le había dicho nada a mis padres. Una tarde mientras tomaba el té con ellos, por la radio anunciaron los nombres de las candidatas que iban a participar y apareció el mío. Mi padre me dijo qué coincidencia que una chica que se llama como tú va a concursar. Yo me asusté porque sabía que en realidad era yo y más tarde tomé valor y le confesé. Mi padre se negó rotundamente, pero mi madre me apoyó y al final mi padre cedió pero con la condición que mi madre me acompañara al concurso”.
Zenobia quedó en segundo lugar.
“Me quedé con la espina clavada porque yo quería ganar”, afirmó Zenobia. “El próximo año me inscribí y gané y el premio consistía en una gira por el norte del Perú acompañando a Lucho Barrios”.
La gira salió muy bien. Luego Lucho empezó a frecuentarla a la casa y se hicieron novios.
“Entonces, las canciones de Lucho habían impactado en Chile y le hicieron un contraro para una gira por dicho país”, comentó Zenobia. “Yo estaba enamorada de él y Lucho habló con los empresarios y les dijo que yo también cantaba y ellos me extendieron un contrato”.
Para que sus padres le dieran el “salvoconducto”, Lucho y Zenobia decidieron casarse y partieron hacia una nueva vida.
“Desde que llegamos a Arica, la gente se entregó a Lucho. Nos habían contratado por poco tiempo y la gira se alargó por más de un año”, dijo Zenobia. “Yo amo a Chile. Nos fuimos hasta Punta Arenas y en todas partes nos presentábamos con llenos, nos hacían entrevistas en la radio y los periódicos. Nunca imaginé que Lucho fuera tan querido”.
En 1965, Lucho Barrios grabó Rondando Tu Esquina, que fue un éxito total.
Zenobia, por su parte, hacía su propia carrera.
“Mi primera grabación fue Quiereme. Después, Paco Maceda, director del grupo Los Quipus, me invitó para que fuera su primera voz luego que se alejara Carmencita Montoro”, expresó Zenobia. “En ese momento no acepté, pero luego me convertiría en la quinta cantante del grupo después de Eva Ayllón”.
También compuso algunos temas que alcanzaron popularidad como Viejito Verde, la cumbia La Pollada y el vals Me Cansé de Llorar. Grabó el tema Ya No Puedo Más, de su hijo Armando.
El amor entre ellos y la pasión por la música los unió por más de 40 años y fruto de ello, además de numerosas grabaciones de impacto y giras por 18 países, Lucho y Zenobia tuvieron dos hijos: Lucho Jr, baterista, y Armando, cantante del grupo Rhuecas.
“Siempre en todas mis actuaciones canto dos o tres temas que popularizó Lucho”, comentó Zenobia. “Es la promesa que le hice en su lecho de muerte. El se angustiaba mucho cuando estaba enfermo, como si tuviera un presentimiento, y me decía: ‘No quiero que me olviden’. Por eso canto sus canciones para que esté vivo con nosotros eternamente”.