El amor propio mostrado por los jugadores del equipo capitalino fue fundamental para llegar a la Serie Mundial y ganarla frente a unos durísimos Astros de Houston
Por Nicolás Tapia
The Miami News Line
Los Nacionales de Washington se consagraron campeones de la Serie Mundial 2019 al derrotar 6-2 a los Astros de Houston en el definitorio septimo juego de la serie que concluyó 4-3, el 30 de octubre del 2019 en un abarrotado Minute Maid Park en Houston.
Una serie muy peculiar
Los capitalinos se convirtieron en la primera franquicia en ganar los cuatro compromisos en calidad de visitantes y de paso se adjudicaron su primer título bajo el nombre de Nacionales de Washington.
En la práctica es el segundo trofeo desde que lo obtuvieran en 1925 bajo el nombre de Senadores.
Si bien es cierto que los jugadores son los principales protagonistas en toda batalla deportiva, no es menos importante la labor que se cumple desde la dirigencia y el banquillo -dugout en este caso-.
Desde esa perspectiva los grandes artífices del éxito gestado por los Nacionales han sido Mike Rizzo (Gerente General) y su mánager Dave Martínez.
El dirigente de ascendencia puertorriqueña en su segundo año en el banco logró plasmar en el vestuario su “espíritu deportivo” a los jugadores que a la postre adoptaron su aguerrida filosofía de tomar los encuentros en calidad de día a día, salir al terreno a divertirse sin presión, olvidarse de lo malo y construir sobre la base de lo bueno y al talento.
Una receta que parece muy sencilla, sin embargo, fue una estrategia ejecutada al pie de la letra.
Comenzaron la temporada regular con un desalentador récord de 19-31, prescindieron de su máxima estrella -Bryce Harper- quien emigró hacia los feudos de Filadelfia con uno de los contratos más jugosos en la historia de este deporte ($330 millones por 13 años) y en la nómina una carencia de ciertas piezas que le dieran una dosis de empuje anímico.
Bajo estas circunstancias el reto se ponía cuesta arriba y con ello salían de los pronósticos como el candidato a dominar la división, de hecho fueron los Bravos de Atlanta quienes asumieron el rol y clasificaron directamente a la postemporada y de paso se convirtieron (junto con Los Dodgers) en los candidatos al título del Viejo Circuíto.
Por su lado el trabajo de Martínez comenzó poco a poco a rendir sus dividendos.
En Mayo adquirieron a Gerardo Parra de los Gigantes de San Francisco. Probablemente este fue el movimiento más importante que hicieron para darle el “empujón anímico” al equipo.
El venezolano fue clave en ese trabajo para con sus compañeros.
“Desde junio en adelante todo el mundo cambió la apatía reinante en el vestuario por unos deseos innatos de querer salir a jugar con animo y divertirse con la pelota”, declaró Parra.
La combinación de experiencia con juventud en esta novena fue el combustible permanente durante toda la temporada. Fue muy evidente desde que se adjudicaron el comodín de la Liga frente a los Cerveceros y muchísimo más en la Serie Mundial.
Tener a veteranos como “Mister National” Ryan Zimmerman (14 años con la franquicia), Howie Kendrick, Fernando Rodney, Max Scherzer, Stephen Strasburg, Asdrúbal Cabrera y Anibal Sanchez coludidos con el poder de Anthony Rendón y Adam Eaton y la juventud y velocidad de Juan Soto y Víctor Robles definitivamente resultó en una combinación letal para todo el mundo en una postemporada en donde el ingrediente principal fue la emoción que inundó todas las esferas del beisbol.
Cada juego tuvo su “pronóstico reservado” hasta el final, independientemente del marcador de turno.
En la Serie Divisional derrotaron “sorpresivamente” a los Dodgers de Los Angeles (4-1), el gran favorito de la Liga Nacional.
En la Serie de Campeonato obtuvieron un “engañoso” 4-0 (por lo ajustado de las acciones) frente a los Cardenales de San Luis, quienes habían dejado en el camino a los Bravos en otra apretadísima serie 3-2 definida en terreno ajeno.
El juego definitorio en la Serie Mundial comenzó con ventaja de 2-0 para los locales cortesía del solitario vuelacercas del cubano Yuli Gurriel y luego el propio Gurriel pisaría la goma gracias al imparable impulsor de Carlos Correa.
Los Nacionales solo pudieron conectarle un par de imparables a Zach Greinke en 6 1/3 de labor, solo empañado por el jonrón de Anthony Rendón.
Esa situación volcó totalmente la dirección del juego. El mánager AJ Hinch decidió reemplazar a su abridor por Will Harris. También desfilaron por la lomita Roberto Ozuna, Ryan Pressly, Joe Smith y el novato José Urquidy.
La batería de Washington se combinó para castigarlos con 5 carreras producto de 7 hits. Fue así como Rendón y Kendrick se fueron para la “calle” y tanto Eaton como Rendón, Soto, Gomez y Robles pasaron por la registradora para establecer el 6-2 definitivo.
La puerta la cerró Daniel Hudson para despachar a los 3 últimos bateadores.
El Jugador Más Valioso de la Serie fue Stephen Strasburg, quien se apuntó dos victorias sin derrotas en igual número de salidas. Acunuló 14 entradas, 12 imparables, 4 carreras, 3 boletos, 14 ponches y promedio de 2.51 carreras permitidas.
Números más números menos, la temporada 2019 de los Nacionales desde cualquier ángulo que se mire es una auténtica Hazaña que seguramente querrán repetir en el 2020.
De ser así, nuevamente los ganadores seremos nosotros, los amantes de este deporte…