Los Juegos Parapanamericanos Lima 2019 tuvieron una espectacular ceremonia de inauguración en el Estadio Nacional
Por Karina Garay
News Service Lima 2019
LIMA – El coraje, el tesón y, sobre todo, la habilidad que despliegan las personas con discapacidad en la conquista de sus sueños, se vieron representados la noche del viernes 2 de agosto de manera potente y emotiva en la ceremonia de inauguración de los Juegos Parapanamericanos Lima 2019, que buscará sentar un precedente en la forma de afrontar, observar y vivir la discapacidad en el país anfitrión y en todos aquellos que participan en esta competencia internacional.
Hansel Cereza, director creativo y artístico de la ceremonia, dijo hace unos días en conferencia de prensa, que buscaría “tocar fibra, tocar sentimientos”. Y cumplió, sin caer en sentimentalismos ni heroísmos gratuitos.
Tras la cuenta regresiva, la emoción arrancó con la entonación del himno nacional del Perú mientras se izaba la bandera del país anfitrión, la cual fue transportada por los medallistas de oro de los Juegos Panamericanos Lima 2019: la surfista Daniella Rosas y el campeón de frontón, Kevin Martínez.
La ceremonia, que duró poco más de dos horas en el Estadio Nacional, constó de siete partes: El nacimiento, la simbiosis, el laberinto, el caos, la esperanza, el horizonte y la victoria.
El esperado show, en el que participaron 500 personas, se inició con las miradas puestas en un enigmático tótem inspirado en el famoso Obelisco Tello (Cultura Chavín), que se erigió imponente en el centro del estadio. En su cúspide descansaba el pebetero. La cancha de color oscuro estaba delicadamente decorada con elementos gráficos inspirados en patrones de cerámicas y textiles prehispánicos.
De su interior nacieron hojas gigantes, convirtiéndolo en un árbol imponente, que se vio cubierto de flores danzantes en cuestión de segundos. Una alegoría a la biodiversidad del Perú, uno de los 17 países mega diversos del mundo.
En medio de este ambiente exuberante, se inició el desfile de las 30 delegaciones que participan en estos Juegos Parapanamericanos, integradas por los mejores 1,890 paradeportistas de esta parte del mundo. Ellos participarán en 17 paradeportes y 18 disciplinas.
Como aspecto curioso, los atletas se ubicaron dentro de la misma cancha donde se desarrollaba el show, musicalizado por el peruano José “Chick” Aguirre y coreografiado por la española, Bárbara Pons, con experiencia en las ceremonias de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, Juegos Olímpicos Río 2016 y las finales de la Champions League 2015 y 2016.
Como era de esperarse la delegación peruana fue la más ovacionada.
La simbiosis se abrió paso con el ingreso de una legión de pobladores preincas, entre quienes destacaron las estrellas de la noche: Jheremy Alejos (10) y Piero Guidiche (13 años), el primero con una muleta para caminar y el segundo con dificultades motoras.
A través de ellos se viviría la experiencia de la discapacidad. De la victoria a pesar de ella y con ella.
Entre impresionantes acróbatas dorados, nacidos del tótem, ellos forjan una amistad que sabe de retos, de ayudas, de disfrute, de alegría y también de penas. Cada cierto tiempo, su entrañable vínculo es sellado por largos abrazos, celebrados por un público emocionado.
Su descubrimiento de un mundo se ve interrumpido por el caos y con él se da la separación de ambos. Numerosos acróbatas intentan salvar el tótem.
Pero como ni lo bueno ni lo malo duran siempre, la esperanza se hace presente. Tras un acto ceremonial el coloso pétreo se inunda de luz y surge un horizonte, con aires futuristas.
La historia de amistad entre Jheremy y Piero es retomada en la parte denominada ‘la victoria’, que puso en pantalla grande la fuerza, la destreza y energía que despliegan quienes se dedican al deporte. Todo sobre las Líneas de Nazca.
Ahora adultos, en la piel de Marco Antonio Morán, joven promesa del Para Atletismo, y José Díaz, de la selección nacional de futbol 7, se encuentran en la base del tótem. Se reconocen y de inmediato compiten para ver quién llega más pronto a la cima del tótem. Tras superar los nueve metros de altura, llegan al mismo tiempo. Su abrazo largo es sentido por el público que no dejó de aplaudirlos.
Carlos Neuhaus, presidente del Comité Organizador de los Juegos Lima 2019, dio luego la bienvenida a “la era dorada del deporte peruano”. “Estamos a punto de presenciar una versión totalmente nueva de los deportes. Permítanme saludar a los paratletas. Tienen el gran honor de representar a su país”, indicó, para luego agradecer las enseñanzas de coraje y esfuerzo que dejarán como legado.
Por su parte, el presidente del Comité Paralímpico de las Américas (APC), Julio César Ávila comentó que estos juegos son un evento para toda la familia y destacó que estos serán los Juegos Parapanamericanos más grandes de la historia.
“Estos son los juegos no solo de atletas de alta competencia, sino grandes agentes de cambio en el mundo. Nadie vuelve a ver la vida y el deporte de la misma manera después de presenciar el deporte de esta magnitud”, afirmó.
Tras los discursos, ingresó la bandera de la APC portada por los campeones Efrain Sotacuro (Para atletismo), Alicia Flores Estrada (Para natación), Yeni Vargas (Para atletismo), Juana Hurtado (Para Natación), María Trujillo (Para natación), Israel Hilario (Para ciclismo), Óscar Neyra (Para natación) y Augusto Vásquez (Para natación).
Tras los juramentos parapanamericanos, con un estadio completamente a oscuras, la antorcha ingresó al estadio de la mano de Pompilio Falconi (Para atletismo), medallista en Atenas 2004, Beijing 2008. Medallista de oro y plata en Juegos Parapanamericanos Santo Domingo 2003, Río 2007 y Guadalajara 2011. El estadio aplaudía de pie.
La llama panaparamericana sería cargada después por Teresa Chiappo (Para tenis de mesa), medallista de bronce en Para atletismo en los Juegos Paralimpicos Toronto 1976 y cinco veces medallista de oro parapanamericana; José González, atleta paralímpico, Heidelberg 1972, Toronto 1976, Atlanta 1996, Atenas 2004, Beijing 2008; y Jimmy Eulert (Para natación), medallista de oro en los Juegos Paralímpicos Atlanta 1996, Sydney 2000 y Atenas 2004, quien llevaría la emoción al pico máximo. Mientras avanzaba por el estadio, el gran tótem se transformaba en un quipu gigante en el que dos acróbatas dorados esperaban para actuar como relevos de la antorcha.
La espectacular noche se cerró con el concierto de la agrupación Bareto, que para despedirse escogió el tema que se ha convertido en el himno extraoficial de estos Juegos, “Cariñito”, y que fue cantada a todo pulmón por un Estadio Nacional embargado por la emoción.