Por Patricia Martínez
Una combinación de nostalgia y expectativas arrojó la última jornada del Miami Open en el Crandon Park, en Key Biscayne, la tarde del domingo 1 de abril del 2018.
Por un lado, había tristeza porque luego de 32 años el Crandon Park era el escenario por última vez de un torneo que escribió historias maravillosas en el tenis mundial, como por ejemplo el inicio de la rivalidad entre el suizo Roger Federer y el español Rafael Nadal.
Esperazas, porque el nuevo teatro de los sueños del Miami Open será el Hard Rock Stadium, que invertirá $60 millones en montar un escenario de última generación, con muchas mejoras para los tenistas y los aficionados, con más canchas para jugar y entrenarse, mayor espacio para el estacionamiento y una oferta mucho más amplia para el entretenimiento.
El billonario Stephen Ross, dueño del conglomerado de los Dolphins, que incluye el Hard Rock Stadium, dirige en estos momentos en el Río Hudson de Nueva York el proyecto inmobiliario más grande en la historia de Estados Unidos con una inversión superior a los $14 billones. Ross acaba de poner de su propio bolsillo $500 millones para una remodelación total del Hard Rock Stadium que abarcó del 2015 al 2016.
Luego de que John Isner se proclamara como el último campeón del Miami Open en Key Biscayne, tras vencer 6-7 (4), 6-4, 6-4 al veinteañero alemán Alexander Zverev, el público fue digiriendo la intensidad del partido y asimilando esa múltiple sensación de placer, emociones, alegría, nostalgia e ilusiones y se puso a pensar en lo que ha pasado y lo que vendrá en el que es considerado como el quinto torneo de Grand Slam del tenis mundial.
“Hay que ver el lado positivo de la mudanza del Mami Open”, dijo uno de los aficionados al abandonar el Crandon Park. “El nuevo lugar en el Hard Rock Stadium de seguro traerá muchas cosas buenas y creará más empleos”.
A otros aficionados, sin embargo, le costaba más asimilar la idea de la mudanza.
“Esta era como nuestra casa”, decía uno de ellos refiriéndose al Crandon Park. “Aquí disfrutamos de grandes partidos”.
La mudanza del Miami Open del Crandon Park fue el resultado de los descuerdos que surgieron en los últimos años entre Endeavor, la empresa dueña del torneo, y los herederos de la famila Matheson, que tiene un poder de veto para cualquier cambio que se quiera hacer en ese espacio público.
En 1940, la familia Matheson donó 975 acres para levantar ahí el Crandon Park, a cambio que la ciudad le construyera un puente que uniera Miami y Key Biscayne, donde ellos poseían la mayor cantidad de las tierras.
La vida continúa, sin embargo, y la realidad hay que afrontarla. El lado positivo es que este gran torneo continuará en Miami, pues se temía que esta batalla podia terminar con una gran derrota, pues Orlando y Ciudad de México se mostraban muy interesados en organizarlo.